CUARENTA AÑOS DE UNA LUCHA INQUEBRANTABLE


El descaro, el efecto sorpresa y las imágenes fáciles de comprender son elementos básicos en cualquier acción de Greenpeace. A finales de agosto, por ejemplo, 50 nadadores se manifestaron en el Mar Báltico para exigir una renovación de la política común europea en materia de pesca. Para ello, formaron en el agua las siglas “SOS”. En otras acciones utilizan barcos, helicópteros, lanchas e hidroaviones.

Tan sólo en 2010, la organización ecologista recaudó donaciones a nivel mundial por más de 250 millones de dólares, algo que garantiza su independencia. “No aceptamos dinero de la industria o la política”, afirma Behrens, cuya organización tiene condición de observador en Naciones Unidas.


Los principios fundacionales no han cambiado hasta hoy. “Vamos en persona a donde se produce un escándalo ecológico y procuramos que haya una amplia cobertura informativa al respecto”, explica Brigitte Behrens, la gerente de Greenpeace en Alemania, una de las agrupaciones nacionales más grandes de la organización.



2,8 millones de miembros

Hoy, 40 años después, Greenpeace International -con sede en Ámsterdam- es la organización ecologista más influyente a nivel mundial, con oficinas en 28 países y 2,8 millones de miembros.



Celebrando con la siembra de un cedro

El alcalde de la ciudad de Vancouver, al oeste de Canadá, plantó un cedro el día de ayer y declaró el “Día de Greenpeace” para conmemorar los 40 años de la fundación allí de la organización ecologista internacional.
“Gracias a los visionarios”, dijo el alcalde, Gregor Robertson, a un grupo de líderes internacionales y locales de Greenpeace, rodeado de algunos funcionarios y decenas de militantes.


La protección del clima, el fin de la energía atómica, la defensa de las ballenas, los mares y las últimas selvas vírgenes, así como la lucha contra la técnología genética se encuentran entre los objetivos de Greenpeace. Mientras que en los comienzos sus activistas apostaban sobre todo por acciones a nivel local, hoy Greenpeace afronta los problemas globales.



Greenpeace se muestra orgullosa de una amplia serie de éxitos en la defensa de la naturaleza, entre ellos por ejemplo el Tratado Antártico, que entró en vigor en 1998 y que prohíbe por al menos 50 años la explotación de las riquezas naturales en la Antártida y establece reglas para el turismo y las expediciones al “continente blanco”.



Sin embargo y pese a los éxitos conseguidos, Greenpeace estima que no le faltará trabajo en el futuro. “Las emisiones de dióxido de carbono continúan subiendo. Los mares están sobreexplotados por la pesca. Por desgracia hay mucho que hacer”, señala Behrens.

Fuente: La Vanguardia, Greenpeace, EFE, Agencias

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