GEORGE HARRISON
¿Mi dulce Señor?
El beatle silencioso, el más discreto y místico de los cuatro chicos de Liverpool que conmovieron el mundo, murió de cáncer a finales del 2001 en Los Ángeles. La avalancha de libros, programas y grabaciones no es en modo alguno comparable a la que sucedió a la muerte de su compañero John Lennon, pero empieza ahora a reconstruirse poco a poco su enigmática personalidad. Su figura permanece todavía en la sombra de las entrevistas, biografías y el resto de publicaciones sobre un grupo que ha marcado no sólo la música popular de nuestro tiempo, sino la identidad de varias generaciones de jóvenes.
My Sweet Lord
Este vídeo es como un incunable. Se trata de la interpretación de la canción My Sweet Lord, de George Harrison, que hace un grupo de ami...todo » Este vídeo es como un incunable. Se trata de la interpretación de la canción My Sweet Lord, de George Harrison, que hace un grupo de amiguetes, en el concierto que se celebró en el homenaje del ex Beatle, dos años después de su muerte. En la guitarra acústica, Eric Clapton; en la guitarra eléctrica el mismísimo hijo de George Harrison; al piano, Paul McCartney; en la primera batería, Ringo Star; en la segunda batería Phill Collins; en la segunda guitarra eléctrica, Tom Petty; al órgano e interpretantado la primera voz, el increíble Billy Preston. Entre las vocalistas del coro está Linda Eastman, esposa de Paul McCartney. Estuvieron presentes también en este concierto: Bob Dylan, Ravi Shankar, Jethro Tull y un número de amigos y contemporáneos de los Beatles, así como todo el grupo The Cream, de Eric Clapton. Todos un poco canosos, pelones, gorditos, arrugados, pero ellos encarnan lo mejor de lo mejor, lo más representativo de los años setenta. A Billy Preston se le llegó a conocer como el quinto Beatle; él fue quien siempre interpretó el piano y el órgano en todas y cada una de las grabaciones de los Beatles. Este video es muy importante para la historia de la música, demasiado bueno para pasar la crisis, es muy útil para aumentar la moral. Disfrutarlo
Harrison tenía una educación católica, pero con los beatles descubre al guru Maharishi el año 67, cuando publican su álbum, Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band. Las historias de estos maestros orientales, que se decía que andaban sobre el agua, vivían cientos de años, con cuerpos que no eran más que materializaciones, fascinaron al grupo. Pero se desilusionaron después de una temporada en su ashram. Lennon de hecho le dedica una canción, llamándole Sádico sexual. Sin embargo el interés que Harrison siente por las religiones orientales no era algo pasajero. Será por eso Swami Prabhupada quien ocupe su lugar.
El fundador de Hare Krishna había llegado a Nueva York en los años veinte, pero se muda a San Francisco en los sesenta. Harrison le regala una mansión en Inglaterra y les apoya económicamente. Dos años después graba un mantra con el músico indio Ravi Shankar, que llega a ser todo un éxito popular, antes de su famoso Mi dulce Señor en el año 71, que acaba cantando hare krishnas entre aleluyas. Cuando fue recientemente asaltado en su casa con un arma blanca, dijo hare krishna, según declaró su atacante en el juicio. En los años noventa todavía canta para promover la meditación trascendental, y financia el Partido de la Ley Natural, la rama política de los seguidores de Maharishi. ¿Qué es lo que encontró Harrison en este misticismo oriental?.
“Si hay un Dios, quieres verle”, dice George en una de sus entrevistas. “No tiene sentido creer en algo sin pruebas”. Por eso practicaba la meditación oriental. El creía que “puedes realmente ver a Dios, oírle, tocar con él”. Pero “toda la actitud cristiana consiste en que creas lo que ellos creen”, pensaba George. Mientras que “en la India aprendí que no puedes creer en nada hasta que no hayas tenido una experiencia directa de ello”. La meta de Harrison era por eso descubrirlo perdiendo su individualidad en el puro ser, llegando al estado de pura conciencia por el camino de la meditación trascendental.
Pero hay otro camino que lleva a una relación con el Dios personal y trascendente, que se ha revelado en la Biblia. Esa meditación se basa en las Escrituras. Por ellas el Espíritu se manifiesta, pudiendo experimentar a Dios por medio de Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida. Para eso no hay que divinizar, ni despreciar el yo. Porque el mundo no es la realidad última, pero tampoco un mero espejismo. No hay que evadirse, sino enfrentarnos a quiénes somos por medio de esa cruz, que rompe la barrera que nos separa del Dios vivo, por el camino del perdón. Es así como encontramos el dulce Señor, en el que la paz y la justicia se besan.
Mike Scott y los Waterboys
Vuelve a España de gira uno de los grandes grupos de rock de los años ochenta, Los Waterboys. Una formación escocesa bajo cuyo nombre se han publicado algunas de las canciones, que se convirtieron en himnos de aquella década, como “Toda la luna” (The Whole of the Moon, el tema mas popular de su tercer álbum, This is the Sea, “Este es el mar”). Después de un largo silencio, el líder de la banda, Mike Scott, ha seguido en los años noventa una carrera en solitario cada vez más enraizada en la tradición folklórica de su país, pero continua alternando conciertos y grabaciones con el nombre del grupo. Este moderno trovador, lleno de intensidad y emoción, sigue teniendo grandes inquietudes espirituales. Su obra es la autobiografía de un peregrino.
Inspirada por Dylan y Van Morrison, la música de Waterboys, sorprende con títulos como Una iglesia no hecha de manos, o Un lugar pagano. A Scott le gusta citar como sus autores favoritos a escritores cristianos como C.S. Lewis (dedicando una canción a sus Maravillas), pero dice: “Yo no tengo un credo, ni hablaría de fe, creo que cada ser humano tiene implantada en su alma una chispa divina que nos hace parte de Dios, formando un todo.”. Esa creencia panteísta ha inspirado muchas de sus canciones, reflejando una ética particular (“lo bueno es lo que ayuda, o es compatible con la evolución”), y una escatología marcada por la reencarnación (“después de morir, volvemos, pero creo que tras llegar a una cierta fase, no tendremos que regresar, porque seremos perfectos”), claramente universalista.
“La religión institucionalizada en este país”, dice Scott, “es una perdida de tiempo, ya que todo sus simbolismos y ritos se han reducido a una cáscara vacía, sin ninguna realidad dentro.” Para el alma de los Waterboys, “la Iglesia está acabada, no es más que una sombra de realidad espiritual, tiene demasiado dinero.” Está claro que no simpatiza con el anglicanismo, pero ¿qué piensa del cristianismo en general? “Jesús fue casi uno de nosotros”, cree este músico escocés, “para mí es mucho más que un héroe”. Por eso dice: “Desconfío mucho de todo lo que oigo sobre Jesús”. Tanto que afirma: “No creo realmente en la Biblia”. Es evidente que Scott no es cristiano, pero ¿de dónde viene su misticismo?. Cuando le preguntan por su espiritualidad, el dice: “No creo que mi música refleje un compromiso espiritual, sino más bien una actividad espiritual”. Porque Mike Scott es en realidad es un buscador.
Su famosa canción a Glastonbury dice: “He encontrado a Dios, donde siempre ha estado”. Pero en El Regreso de Pan lo identifica más con la mitología pagana celta, que con el Dios de la Biblia. Por eso canta a El Pan interior. Sus declaraciones suelen ser ambiguas. Tiene letras intrigantes que canta con una intensidad tal, que uno no puede menos que conmoverse al escuchar su impresionante voz. Sus mensajes suelen ser positivos, recurriendo a temas como La muerte no es el fin de Dylan, Encuéntrame en la estación de Prince, o clásicos gospel como En mi camino al Cielo. Pero su esperanza está más basada en una espiritualidad de nueva era que en un verdadero cristianismo. Por eso da crédito incluso a fraudes como los Círculos de maíz, a los que dedica una canción. De hecho su primer álbum en solitario (Bring ´Em All, 1995) está claramente influido por su estancia en la comunidad de Findhorn, especialmente conocida por su sincrética unión esotérica de elementos de la new age con la fe cristiana.
“He intentado hacer las cosas a mi manera”, dice Scott en una de sus canciones, “he intentado hacer lo que la gente dice / pero no me ha llevado a ninguna parte / por eso me vuelvo finalmente a ti. / ¿Qué quieres qué haga, Señor? / Puedo ver la luz de casa / pero no puedo llegar solo / He sido un loco y un payaso / He perdido el amor y el tiempo / He sido orgulloso y he estado ciego / Tengo tantas cosas que cambiar / que tendría que convertirme en un nuevo hombre / Pero si tú me dices cómo / yo empiezo ahora. / ¿Qué quieres que haga, Señor?/ Estoy escuchando.” (What do you want me to do, 1992). Este es el tipo de textos que realmente me conmueven de Scott, su confesión de pecado en Mi lado oscuro, o la terrible desesperación que muestra en El hombre oscuro de mis sueños. Son verdaderas oraciones a unos Brazos Eternos, a los que se muestra Abierto. Ya que hay en su música un profundo quebrantamiento y hambre de realidades espirituales, por las que en medio de tanta confusión, uno siente profunda compasión cuando le oye exclamar: “Estoy cansado e incompleto” (La escalera). A personas así es a las que Jesús llama: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28). El es el agua de vida, que dice: “si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37).
José de Segovia. Algunos de estos artículos fueron publicados en www.protestantedigital.com y posteriormente impresos con el nombre de Entrelineas: Arte y Fe por el Consejo Evangélico de Madrid.
Comentarios