VICTOR JARA UN CANTO TRUNCADO



Todas las muerte nos duelen, algunas las del soldado uno espera que ocurran en el más probable escenario de su vida futura o su cotidiano presente, las del peatón expuesto a mayores probabilidades de riesgo cuando atraviesa una calle o deambula trémulo en las aceras de una ciudad loca como Cali. La de los viejos es obvio, ya marchan quedos, lentos, cercanos a la tierra que los llama. Algunos nos ayudan con bala a llegar más rápido y a esa decisión arbitraria por el futuro de nuestras vidas le suman la tortura. Victor Jara en el Estadio de Futbol de la ciudad de Santiago de Chile, en un día de Septiembre de 1973, le callaron, le truncaron su canto, le decomisaron la guitarra y le fracturaron sus manos a culatazos. Demiurgos, dioses, deidades varias que se toman en serio definir nuestra suerte, que nos aceleran nuestro paso, no podían permitir su canto, que obedeciendo a designios superiores definen la suerte individual y comunitaria de un pueblo y a nombre de una buena economía, como factores de riesgo en sus utilidades un día deciden desaparecernos. Cuántas muertes le debemos al hecho tenaz de garantizar la apropiación de plusvalía de nuestra riquezas estratégicas, por parte de las transnacionales y la oligarquía cipaya. Las que vendrán después en ese sacrificio revolucionario de los líderes sociales.



Tomar la Guitarra y cantar el poema, eso no lo permite el dictador; además un seguidor de ideas marxistas con aliento de pájaro libre, era el peor enemigo que se podía dejar vivo; porque hubiera tenido la oportunidad de escribir su cantata del estadio si como sobreviviente ahora con sus 76 años nos sonara todavía en la mente la : Plegaria a un Labrador o el Te recuerdo Amanda.¡Canto que mal me sales cuando tengo que cantar espanto! Es el último poema del Victor, que se salva porque se lo entrega a un compañero que lo esconde en su calcetín... Eterna vida al artista comprometido con la causa popular: ¡VIVA VICTOR JARA!



Canto, Que Mal Me Sales!
Somos cinco mil
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¨Cuántos seremos en total?

­Cuánta humanidad
Con hambre, frío, pánico, dolor
Seis de los nuestros se perdieron
En el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
Se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron
Quitarse todos los temores.

Uno saltando al vacío
Otro golpeándose la cabeza
La cabeza contra el muro
Pero todos con la mirada fija de la muerte.

Somos diez mil manos menos
Que no producen
Quién sabe cuantos seremos
En toda la patria.

La sangre del compañero Presidente
Golpea más fuerte que bombas y metrallas
Así golpeará nuestro puño nuevamente
Asi golpeará nuestro puño nuevamente.

­Ay, canto qué mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
Como el que muero espanto.

De verme entre tanto y tantos
Momentos del infinito
En que el silencio y el grito
Son las metas de este canto.

Lo que veo nunca vi,
Lo que he sentido y lo que siento
Hará brotar el momento
Hará brotar el momento.

Ay, canto qué mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto.
Ay, canto qué mal me sales
Ay, canto qué mal me sales.

Poema: Victor Jara
Estadio Chile, Septiembre 1973
Música: Sergio Reyes, 1997.

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