EL TIEMPO INEXORABLE SE NOS VA

Hoy se cumplieron inexorablemente 7 años del cruel y mediático atentado simultáneo contra las torres gemelas del WTC y contra el Pentágono. El uno el sacrosanto lugar de la seguridad militar de los EEUU y las otras las enhiestas y célebres torres que simbolizaban el poder extraordinario del capitalismo.

Lo hechos establecen los puntos de comienzo de nuevas eras, ajustes a la flecha del tiempo, que quizas corre para unos hacia el futuro y para otros hacia el pasado. Uno vé como Saturno devora sus hijos en ese inexorable discurrir de los escenarios ante los ojos del espectador. El paso del agua en un lecho, volutas, meandros, remolinos, tormentas, circuitos al margen, aguas muertas, ciclos, bucles, espirales que manchan la retina de espuma. El sol sale en las mañanas en mi sien derecha, crece hacia el cenit de mi cabeza y se esconde en el horizonte de mi cien izquierda. Cierro los ojos y creo la noche.

Todos los habitantes de la ciudad, los circulatorios peones de la máquina productiva de la riqueza pretenden atraparlo y se inventan los relojes para medirlo, para que mecánicamente cada peon, sea el diente de una correa sin fin hacia la muerte en la producción de una mercancía. Pero fallan, porque se escapa de las manos, porque no logran detenerlo. Algunos demiurgos hacen piruetas con el ritmo y se quedan a la velocidad del perezoso o de la tortuga, sobreviviendo años de estío, décadas viendo pasar los ejércitos humanos. Esta ciudad llena de ciclos, meandros, bucles, cierres, espirales, lentas flecha del tiempo preterido y recien llegado, son la humanidad quemando escenarios fatídicos, decorriendo máscaras, desnudando rostros, para encontrar la fiereza de un gesto, la sombra de un a luna perdida en el horizonte o la lenta babosa devorando un jardín. O las plantas esperando la ausencia del hombre, para tomarse la ciudad y sepultarla bajo el follaje impenetrable de su venganza.

Esa percepción me produce esta película de cortometraje, que se inserta a tí desprevenido lector de blogs que sostienen el alma, mientras inexorablemente tecleo el panel de letras inverosímiles y asesto a los click del ratón una mansalva de poderes abedecedarios que me permiten llegar a lo inefable de un poema. Asomándose entre los dedos y comunicando a tí el desespero por el tiempo que se va y el corto, más corto periodo que se nos viene.

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